lunes, 30 de enero de 2017

Llevando mi sueño a tu realidad

Las horas que pasaban juntos volaban, comenzando a estrechar lazos. Como puede un simple "tweet" cambiar el rumbo de dos vidas. Cada segundo contaba, conociéndose entre risas y momentos pícaros, poco a poco fueron necesitandose. La vida a ella no se lo había puesto fácil, pero este chico cada día le gustaba más. Tenía el toque "cabron" que la volvía loca junto con la ternura que descongelaba a cada instante su corazón. Sabía hacerla reír, aunque las cosas fueran mal, que se olvidarse de sus problemas. Le construía sueños, dándole el lugar donde fuera feliz consigo misma y pudiera ser ella. Brillar con su propia luz, esa que tenía eclipsada después de andar pérdida tanto tiempo.
Tras muchos meses intimando y dada la atracción que sentían había llegado el momento de dar un paso más, poder compartir no sólo tiempo sino espacio.
Largos días de nervios, las dudas invadían su mente,  sentía que todo iba a salir mal, que este sería el peor error de su vida, haber perdido el tiempo viajando simplemente para conocerla a ella. A fin de cuentas, ¿qué tenía de especial? ¿Qué le había llamado la atención?  ¿Y si se equivocaba?  Con cada pregunta aumentaba su ansiedad y su inseguridad. Pero por una vez en su vida no pensaba huir. Acudiría a la cita y ya se lamentaría después, estaba cansada del miedo a perder sin saber que por miedo ya estaba perdiendo.
Ambos lo dispusieron todo para que la velada fuera perfecta, un bonito restaurante y engalanados para la ocasión.
Para la gran noche a pesar de la incertidumbre apostó por un elegante vestido negro, ceñido a sus curvas que le llegaba por encima de la rodilla, con un excitante escote en forma de corazón que realzaba aún más la belleza de su exuberante pecho.
Como toda mujer no sólo cuidó su imagen exterior sino que preparó cuidadosamente la interior. El simple hecho de ponerse aquella lencería sexy y subirse a sus tacones preferidos la hacían sentirse sensual y capaz de seducir a cualquiera.
Todo estaba dispuesto hasta el olor de su piel la hacían altamente deseable.
Respiró hondo un par de veces y salió con el poco valor que le quedaba a reunirse con él. De repente ahí estaba esperándola, aparentemente tranquilo, impasible. Su paso fue cada vez más lento, sentía que el corazón se le salía del pecho, ya no podía dar ni un paso.
Al notar su presencia él se volvió, la miró fijamente y desde ese instante supieron que jamás podrían negarse nada.
El cuerpo no le respondía, sus sentidos se embriagaban con su dulce olor a cada paso que se aproximaba, despertando su instinto salvaje.
No le importa donde estuvieran, sólo quería que la hiciese suya. Del mismo modo que lo era una y otra vez en sus sueños.
Su presencia la intimidaba, esa forma de caminar con galanteria, muy seguro de sí mismo y ese traje de chaqueta que le hacía resaltar el ancho de su espalda. Intuyendo aún más su corpulento cuerpo.
La barba espesa enmarcaba su rostro, dándole un aspecto serio y peligroso resaltando sus carnosos labios, esos que tanto ansiaba besar.
El modo con que la miraba la paralizaba, con su caída de ojos y su sonrisa hizo que el mundo le temblara bajo sus pies. No lograba entender que le sucedía, era la primera vez que un hombre le hacía perder el poder sobre su cuerpo, como si el auténtico dueño fuera él.
Al quedar a escasos centímetros de distancia le acarició la cara mirándola fijamente a los ojos y le susurró al oído arrastrando las palabras:
- Estás preciosa pequeña! - Al tiempo que besaba su mejilla, despacio, disfrutando del primer contacto de sus pieles, separándose lo mínimo para cambiar de lado. Haciendo que sus alientos se rozaran al paso.
La boca se le secó al instante, no podía articular palabra, el corazón latía desbocado y sus lágrimas amenazaban con enturbiar su mirada.
La cobijó entre sus brazos, por fin pudo respirar, sentirse a salvo, con ese simple gesto le regaló la paz que tanto necesitaba.
Pasaron así unos segundos hasta que se recompuso. Él le dedicó la mirada más tierna y sincera que jamás había visto, era cálida y llena de sentimientos.
- Estas bien? - Preguntó
- Ahora perfectamente - dijo subiéndole un rubor que teñía sus mejillas.
- Ummmmm así estas más preciosa si cabe.
Su mirada lo hizo estremecerse.
Le agarró la cara y la besó. Fue un beso sincero, suave pero con una pasión que les quemaba, deseaban que no acabara nunca, vivir eternamente en esos labios.
De pronto le dio una palmada en el culo y le dijo:
- Vámonos que perdemos la reserva.
Se subió al coche y aún estaba un poco nerviosa, le temblaban las manos. Él también estaba inquieto, esa mirada y ese beso lo habían descolocado.
Como de costumbre empezó a parlotear, nada que tuviera mayor importancia, pero necesitaba romper el hielo, poco a poco se iba animando y empezaba a ser la chica que lo volvía loco. Cuando empezó a reír descuidadamente al tiempo que canturreaba una canción que comenzaba a sonar en la radio, él la miró entusiasmado, tantas veces escuchando su risa y por fin la podía contemplar riendo alocada como una niña y tentandolo a que canta con ella.
Se unió a su risa pero no a su cante, se relajaron y empezaron a disfrutar del trayecto y de su compañía.
¿Cómo podía una persona influir tanto en su estado de ánimo? Pensó él, no se que me está pasando.
Le posó la mano sobre su rodilla, haciendo que se tensara, eso avivó su risa y le murmuró:
- Sabes que no pienso cantar, así que puedes cambiar de táctica.
Soltó una carcajada y le dijo:
- Ya lo veremos
Les encantaba retarse, saber que en cierto modo son especiales el uno para el otro..
CONTINUARÁ..